lunes, 15 de julio de 2013

¿Libros gratis?
¿De autores contemporáneos? ¿Libros gratis de uno? Porque una cosa es bajar libros gratis o gratuitamente de otros (que no es lo mismo) y otra, muy distinta, es subir los de uno para que otro los lea sin pagar.
Analicemos esto.
A los autores que editamos por nuestra cuenta nos ocurren dos cosas:
1.       Las ediciones nos cuestan mucho dinero y necesitamos recuperarlo (para reponer ahorros, devolver préstamos o volver a comprar lo que vendimos para pagar la imprenta o editorial).
2.       Que para recuperar esa inversión o gasto (las ventas lo  definirán) necesitamos vender los libros.
Entonces ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de subir libros gratuitos? ¿Renunciamos a la posibilidad de recuperar el dinero gastado? Sí y no.
Muchos tenemos libros que han cumplido un ciclo, que no se han vendido o que no reeditaremos, que no nos interesa editar en papel o que nos interesa publicitar para que el lector tradicional, el que ama el objeto libro, si le gusta lo compre y lo incorpore a su biblioteca de papel.
La revista Las otras Palabras es, de alguna manera, una pequeña antología de textos cedidos generosamente por los escritores (y, es justo decirlo también, una pequeña galería de obras cedidas también generosamente por los artistas). Es decir que nace de la voluntad de un escritor que no desea lucrar con la lectura de sus textos. Y algunos autores, a la hora de enviar a la revista su material, no dudan en poner a disposición libros completos.
Como la revista es eso, una revista y no un libro, es que en este blog se abre, a partir de ahora, una sección en la que los autores podrán subir esos libros para que los lectores puedan leer en pantalla.
En primera instancia, entiendo esto como un gesto de cariño por parte de los autores hacia los lectores. Pero ¿qué hay de los lectores? Además de los comentarios que esperan recibir los autores (uno escribe no sólo para ser leído, sino también para interactuar con el otro, puesto que este otro es el que completa la obra), los lectores podrían manifestar –si la hubiera- su satisfacción con la obra y la gratitud hacia el autor comunicándose con él para adquirir el libro subido u otro.
Este ida y vuelta sería lo que cerraría un círculo casi perfecto, ¿no es verdad? A muchos nos ha ocurrido eso: leer un libro en la red y desearlo para nuestra biblioteca. Y lejos de darle un contexto económico a la expresión, de esta manera ganamos todos.
Pero para empezar el juego, alguien debe mover la primera ficha. En esta ocasión pongo a disposición de los lectores uno de mis libros –El ahorcado del desierto y otros cuentos- y los dos primeros capítulos de El piche de Spíndola que leía poesía. ¿Por qué no ofrezco este último completito? Por una razón muy simple: porque lo que me costó el primero ya está amortizado en ventas y en el tiempo (si bien lo edito a pedido); en cambio, del último, todavía no recuperé ni lo gastado en la peliculita de promoción, por lo que debo esforzarme en vender los ejemplares que están ansiosos en sus cajas en mi escritorio.
En las próximas semanas, subiré más libros. Por allí anda Samuel Bossini (que participará del número 54) que al regreso de uno de sus muchos viajes entregará uno o dos títulos de sus libros para esta especie de biblioteca digital. Un lujo para empezar.





1 comentario:

  1. Muy buena la portada de "El ahorcado del desierto"!! y aguante el Piche!!

    saludos desde Morón, amigos!
    Facu y Lucas.

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